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miércoles, 17 de enero de 2018

Ley de la (no) gravedad

Eres el universo que gira
alrededor de tu propio ombligo,
donde acaban inviernos
y empiezan mejores primaveras.

El cometa
que se lame su cola,
la banda sonora de la película
que lleva tu nombre
el terremoto y su epicentro.

Eres la mecha
del mayor espectáculo de pirotecnia,
la cerilla que tuvo roce con una cajetilla
y acabó ardiendo.

La silueta que dibuja una media
sonrisa,
un medio beso
el miedo a perderlo
las ganas
la brisa
los días
que suman
no restan.

Y me quedo aquí
por alguna maldita ley de la gravedad,
que bautizo porque nunca me pareció grave:
mi ley del "quiérete mejor".

lunes, 9 de octubre de 2017

Somos

Somos viaje,
ése que hicimos un mayo del año pasado
y que nos enseñó que una frontera
es sólo un invento del egoísmo.
Ese libro que leímos en el metro
y que fue el culpable
de que acabarás
al otro lado de la ciudad
mientras seguías perdida en otra historia.
La canción que sonó de fondo
el día que le vimos pasar,
los cuerpos que amamos una noche
y los que quisimos amar todas ellas.


Somos esa conversación
en el bar de la esquina (cerveza en mano),
ese amigo que más que amigo es parte
de ti,
y al que te llevarías a la luna y a Marte y a París.


Somos los pedazos de ese desamor,
sus lágrimas
y el alcohol que (no) curó,
pero que pareció comprender.


Somos las personas que están,
pero sobre todo las que se marcharon.
El brindis que les dedicamos,
nuestros logros
y esa hostia que nos dimos,
pero que hoy relatamos con una sonrisa.


Somos la lucha que nos sacó de enfermos,
la tristeza de ver el dolor causado
y los abrazos que nos salvaron.
Somos la revolución
de un pueblo cansado de la ceguera,
que quiere hablar
y se le manda a callar a palos;
no podrán.


Somos:
resultado, fuerza,
dolor, miedo,
pasión,
gritos,
presente,
pasado
y el futuro siempre nuestro.


Hoy, ayer y siempre
somos...tanto
que hoy te miro y no entiendo
quién podría atreverse
a resumirte.

martes, 21 de marzo de 2017

Catástrofe natural

Esta noche has vuelto.
Estabas tan contento
que he creído en las segundas oportunidades
y en las lágrimas verdes,
esperanza.

No he podido más que observarte,
agarrado a tu madera más fiel
que nunca ha dejado de escupirme flores
o regalarle a mis oídos su sentencia
anunciada,
siempre deseada.

Has vuelto...
Y yo no he dejado de mirarte.
No he dejado de sentarme a ver si venías,
con la certeza de lo imposible
que se creía poco probable.

Sí,
la fortaleza de acero
puede quebrarse,
también los ojos le temen
a su propio parpadeo
-puede ser el segundo
en que desaparezcas-.

Y es que hay soles,
como el que tenía esa noche atrincherado
en el sofá del salón,
que brillan incluso después de apagarse,
que se hacen un lugar
allí donde saben que pueden seguir ardiendo.

Voy a versarte los párpados,
perdóname si interrumpo,
para que cada vez que parpadees
suene música,
me des la mano
y me invites a bailar.

Es de día.
Ya no estás.
Y como si la lluvia supiese
que va a acariciarte hoy,
la he visto más decidida
a lloverte
y me ha inundado de envidia
y he deseado ser catástrofe natural.

martes, 29 de noviembre de 2016

Poesía y música: el plan de Elvira Sastre y Adriana Moragues

La 11a edición del Festival Acròbates, un ciclo de conciertos que combina música y poesía, acogió la tarde del domingo, día 20, la actuación de la escritora Elvira Sastre y la cantautora Adriana Moragues en el final de su gira “Tengo un plan”


Dicen que todo lo que empieza en un lugar permanece allí cierto tiempo. La capital catalana fue testigo del cierre de una gira de dos años en el Teatre Joventut de l’Hospitalet de Llobregat. Una actuación esperada por sus novedades. Por primera vez una banda, con batería incluida, acompañaba a las dos artistas en su actuación. Todo empezó aquí para ambas, y todo seguía inmóvil en el mismo lugar para que lo volvieran a rescatar.

Una sala que se funde en silencio en el momento en que las luces se apagan. Entran primero los músicos y empiezan a hacer sonar a la muda sala. Unos minutos más. Ahí están, acompañadas de un aplauso que las abraza, las protagonistas. Abren con “Tengo un plan”, una canción que dice querer “conjugar contigo todos los verbos que acaben en -arte”, y parece que lo que conjugan encima de ese escenario es, precisamente, esa palabra.
Un momento del concierto en el Teatre Joventut

Y palabras son las que no faltan, pues el público es abrazado tan fuerte desde el minuto cero hasta el final cuando dedican unas palabras en catalán y la complicidad se adueña de la sala. Adriana Moragues presenta algunas de sus canciones que incluirá en su próximo disco, después de publicar “Vértices”. Elvira se encuentra descubriendo el mundo de la narrativa, sin apartar del todo la poesía, y lanzará su primera novela en primavera de 2017.

El teatro fue testigo de estos dos nuevos comienzos: canciones y un fragmento inédito del libro de la segoviana que regala por primera vez. El mar las acompaña en su actuación, y de vez en cuando aparece una luz más intimista que las deja a solas, aunque tengan tantas manos tendidas como corazones encogidos en esos minutos. Es complicado hacer brotar tantos sentimientos en apenas dos horas, pero quizá esa sea una de las claves de su talento natural.

Recordar el porqué de dónde estamos y cambiarlo si no nos gusta. Ése debería ser uno de los pilares de la cultura: el motor del pueblo. La poesía de Sastre también le habla al pueblo, y antes de recitar se lo dedica a toda la situación política en la que se encuentra ahogándose este mundo. La batalla no la libra ella sola, los asistentes se llenan de valor y se suben encima de sus versos. Hasta el final.

La banda, la música, la poesía, Barcelona. Desde Segovia, Elvira ha quitado la sed de palabras y ha devuelto el sentido a vivir, sin andar sobreviviendo. Del sur, el llanto. De risa descontrolada o de emoción contenida hecha agua, Adriana ha devuelto de nuevo el latido a la ciudad y le ha recordado que hay motivos para continuar haciéndolo a pesar de la oscuridad. Vuelve la luz, no sólo en la sala, también en las personas que la llenan.

martes, 25 de octubre de 2016

Humanos rincones

Y qué bonito,
qué humano,
cuán necesario
y cuán obligado sería
borrar las fronteras,
dibujar un mapa con personas,
de origen mundial
-de corazón nómada-.

Olvidar asociar raza con delito,
recobrar el sentido común.
Saber
que la única raza es
y será siempre
la humana (aunque se pierda, a veces, por el camino).

Y qué bonito,
qué humano,
cuán necesario
y cuán obligado sería
poder alzar la voz,
dejar brillar el inconformismo
sin cavar tu propio agujero
de puerta cerrada.

Qué bonito
y qué necesario
que nuestra educación sea libre,
aprenda a formar almas
(no a venderlas a la ignorancia disfrazada).
Impregnar cada rincón
de este maldito mundo
en libertad.
Y cuán humano
y obligado también.

Convertir el paseo de una mujer
en tan sólo eso,
-un paseo-
y no en el deleite de otros ojos
mortíferos.
Que la única carne que devoren
sin consentimiento
sea la que se cocinen,
y qué bonito
ser mujer.

Castigar a los que se llevan
los resultados de un esfuerzo ajeno
bajo su corbata,
que lo devuelvan a su sitio
-¡maldita educación!-
y dejen de vestir de arrogancia.
Siempre he sabido
que el número que marcan
sus billetes
es proporcional
al de su idiotez.

Acabar con una pobreza
que sólo existe para alimentar a su contrario,
cuán necesario que cualquiera beba
de un grifo en su hogar,
tenga para comer,
y cuán poco necesario
que otros miren el agua correr.

Bonito:
que lo único que se volviese fuego
fuesen las ganas de besarnos,
para que explotasen
en las calles,
presas de amor
y ardieran sin condena.
Entonces las armas jamás
volverían a disparar balas.
Mata a tu enemigo con flores,
amor,
lo peor que te puede tocar
es que te devuelva un capullo.

Y qué necesario
volver a darle
a tus pies
a tus sentidos
a tu alma
un rincón para abrazar.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Luego, conmigo

Equivocarme demasiado
siempre fue
mi mejor error
y tu peor suerte.

Lo supe el día que te fuiste,
me dije a mí misma
que debía aprender de ello.
Luego, no.

Adoraba ser tu mejor abrigo,
que no te valieran otros destinos
si no tenían mi nombre
en el asiento de al lado.
Luego, no.

Que la noche nos cogiera de día,
ciegos
de vernos demasiado,
sordos
de arañarnos la voz a besos,
mudos
en un silencio que juro haber oído gritar.
Luego, no.

Volverme de fuego contigo,
luego cenizas
para ser fuego otra vez.
Ésta ya conmigo,
ésta ya sin ti
porque después de cada luego
estaba yo justo ahí,
más conmigo que nunca.

jueves, 18 de agosto de 2016

Estar estando

A veces siento que me ahogo
cuando te pienso
y te dibujo al otro lado de la cama.
Este saber que no se puede estar más
sin siquiera estar,
Este no atrevimiento a invadirte
por miedo a la entrega
deliberada de a(r)mas.                  

El saber que somos
sin ser ni un pellizco de nada,
porque (me) ocupas
tantos vacíos
que ya no temo tu huída.
Estás aquí,
aquí,
estás...
Y si no,
te invento.

Te me atraviesas cada noche
a la hora en que la luna me mira
y me recuerda que tú también la ves.
Me lo recuerdan mis manos,
que siguen cerradas
desde que fueron una
junto a las tuyas.
Las olas
del mar y su eternidad
me lo gritan también,          
y yo les suplico que te acompañen
hasta aquí.

He trazado rutas                              
sobre mapas con tu nombre
para escaparme de aquí,    
para volar a otro destino
para perderme
sabiendo que me he encontrado.

Pero siempre pierdo el lápiz
(o la razón, quién sabe),
pero siempre acabo en el mismo lugar
(vencida, supongo).